¿EN QUE PLANETA VIVEN?
La Cumbre del Clima de las Naciones Unidas en Doha, que reunió a 195 países, cual continuidad de Río + 20, finalizó sin ningún avance. Otra reunión sin resultados concretos como ocurrió en Copenhague 2009, Cancún 2010 y Durban 2011.
El calentamiento global golpea al planeta con tanta evidencia que ya nadie desde la ciencia y el sentido común discute. Los rigores de los inviernos y los insoportables veranos siguen cobrando vidas, las temperaturas extremas adquieren magnitudes no recordadas y los temporales de fuerza inédita devastan ciudades enteras.
Catástrofes que castigan con más crueldad a los países más pobres, pero también allí a quienes más contaminan y se niegan a tomar medidas. En agosto del 2005 el huracán Katrina arrasó el sudeste de los Estados Unidos y en octubre pasado Sandy lo hizo con Nueva York. El tiempo se volvió loco, dicen.
A pesar de la preocupante realidad, Estados Unidos y China siguen oponiéndose terminantemente a cualquier clase de regulación supranacional, ignorando el Protocolo de Kyoto que obliga a reducir las emisiones de dióxido de carbono, que es el causante principal del calentamiento global.
Al ritmo de contaminación actual, continuará la disminución de agua potable disponible por el derretimiento de los glaciares, aumentará la desertificación y el nivel de las mareas, la intensidad, frecuencia y magnitud de los incendios, las inundaciones, y las sequías serán cada vez más graves.
A mediados de este siglo la población mundial habrá llegado a unas 9000 millones de personas y de ellas, unas 200 millones se verán desplazadas por problemas medioambientales.
Las Cumbres de los que deciden, de quienes tienen el poder en el mundo, se suceden año por año, sin tomar decisiones que paren la locura de seguir contaminando. A ellos podríamos perfectamente preguntarles: ¿En qué planeta viven?
Séneca, sin poder predecir el cambio climático, sí la conducta del hombre, apuntaría resignadamente: “Errar es humano, pero perseverar es diabólico”