jueves, 28 de enero de 2010



La rebelión en la Granja



George Orwell escribió: “La rebelión en la granja“ en la década del cuarenta del siglo pasado constituyéndose desde ese momento en un clásico de la literatura mundial.


De esta obra magistral y de una tremenda profundidad se han realizado muchas interpretaciones, algunas podrían encajar perfectamente en la realidad argentina y de su política criolla en el 2010.


El deterioro de la hegemonía kirchnerista tuvo su principio del fin el 28 de junio pasado y, se dio de la peor manera que puede darse en democracia para el poder que es a través de la libre expresión de la voluntad popular. El final de dicha hegemonía -sino modifica su política el gobierno- será en octubre del 2011 nuevamente con la voluntad del pueblo en las urnas.


Paralela y consecuentemente, la rebelión en la granja comenzó con los mismos integrantes del propio partido del gobierno: legisladores, intendentes y gobernadores y se seguirá profundizando a medida que disminuya el poder coactivo de la billetera presidencial.


Todo el episodio del Banco Central, generado por el gobierno, tiene un único objetivo: capturar 6.800 millones de dólares de las reservas por la sencilla razón de la desaparición del superávit fiscal que fue la columna vertebral del poder de estos años.


El objetivo principal es la necesidad fiscal, como ocurrió con la 125, después se le pone fundamento ideológico. En este caso descubren después de seis años que el presidente del Banco Central -que ellos mismos pusieron- es neoliberal, que la carta orgánica -que ellos mismos dictaron -, también es neoliberal y que el Banco Central no debe ser independiente cuando en realidad nunca lo fue durante este gobierno.


A la vez se encuentra el enemigo conspirador, ayer fue la oligarquía sojera y vacuna, hoy lo es el partido judicial y siempre la sombra del enemigo permanente ante cada dificultad del gobierno que, al igual que el Snowball de la novela de Orwell es el vicepresidente Julio Cobos.


El problema para los argentinos es que mas allá de todos estos juegos de poder entre los unos y los otros pareciera al decir de Orwell “como si la granja se hubiera enriquecido sin enriquecer a los animales mismos; exceptuando naturalmente, los cerdos y los perros“.


Al contrastar la riqueza producida por seis años de crecimiento económico con el 90 % de los jubilados ganando 800 pesos por mes, el 80 % de los trabajadores por debajo de la línea de pobreza y la desigualdad que vuelve a adquirir niveles obscenos: 27 veces de distancia entre el 10 % que más tiene respecto del 10 % que menos tiene, se comprueba que la tan declamada distribución de la riqueza sigue pendiente y muy lejos de los actuales juegos de poder.