martes, 2 de agosto de 2011

A ESTA PELICULA GRIEGA YA LA (VI)VIMOS



Las características de la crisis de la economía de Grecia tienen evidentes similitudes con la vivida en la Argentina previa al epílogo de la convertibilidad. Observamos entonces con profunda preocupación que las propuestas que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional imponen a Grecia para enfrentarla son aquellas que durante años se aplicaron en nuestro país y solo lograron sumergirlo en la más catastrófica crisis económica y social jamás vivida en nuestra historia que culminó con el estallido del 2001.


Sin duda es una película vista. Conocemos su desarrollo y su triste final. Como la Argentina en los años noventa, la economía griega se encuentra atada a una moneda fuerte que no refleja la productividad de su economía. Desde su creación el Euro se aprecia constantemente y al no existir aumento de productividad en la misma escala en países no centrales del régimen europeo, sus economías pierden competitividad en el escenario internacional. La pérdida de competitividad, que la sufrió particularmente Grecia pero también otros países, se refleja en el creciente déficit de las cuentas externas que llegó a más del 11% del PIB.

Este déficit comercial se ha financiado durante años con deuda externa a bajas tasas de interés (“ventaja” obtenida por pertenecer a la Unión Europea). Sin embargo, al no solucionarse el problema estructural, Grecia ingresó, como sucedió con nuestro país, en un círculo vicioso generado por la trampa de la deuda: El creciente endeudamiento (superior al 150% del PIB) repercute en las cuentas fiscales que se deterioran. Así, al déficit externo se suma el déficit fiscal y da comienzo a la desconfianza internacional que corta las posibilidades de financiamiento. Sin financiamiento para solventar los déficits se desenlaza la crisis.

La propuesta es la conocida: ajuste fiscal para “enderezar” la economía. Las medidas tienen “parecidos de familia”: aumento de los impuestos al consumo, reducción de los salarios de empleados públicos, aumento de las edades jubilatorias, privatizaciones de empresas y servicios públicos, canje de deuda, entre las más ortodoxas del catálogo, con innovaciones curiosas como privatizar balnearios turísticos en las mejores playas griegas.

Vemos que se insiste en atacar las consecuencias y no las causas del problema. No será reduciendo sin criterio el sector público para paliar el déficit fiscal como se enfrenta esta crisis. Por el contrario, esta reducción del sector público impactará directamente en las condiciones económicas y sociales del pueblo griego. Su economía seguirá sumergida en una crisis de la que no encontrará salida y contará cada vez con menos instrumentos para enfrentarla.

Se debe atacar las causas que generaron esta situación vinculadas centralmente con la diferencia de productividad de la economía griega. Es necesario entonces impulsar la competitividad y productividad de su economía y eso no se logra cercenando el Estado, sino por el contrario con un Sector Público fuerte, eficiente que genere las condiciones sociales y económicas para que el país pueda insertarse plenamente en el marco de las economías más desarrolladas.

Por estas horas Estados Unidos para no entrar en cesación de pagos toma el mismo camino que Paul Krugman ha calificado como “catastrófico” porque aplica las mismas medidas del ajuste: “esos exigentes recortes del gasto de la actualidad son como esos médicos medievales que trataba al enfermo con sangrías y sólo conseguían enfermarlo aun más”.

Es una película que la vivimos y padecimos en América Latina y que hoy la viven y padecen también en el “Primer Mundo”.