lunes, 18 de julio de 2011

ARMAGEDON





Las referencias bíblicas apelan en el libro del Apocalipsis al término “armagedón” para lo que podría interpretarse como la llegada del fin del mundo. Muchos economistas lo ubican el próximo 2 de agosto si el capitolio no aprueba una suba en el límite de la deuda, lo que implicaría que Estados Unidos se declarase en default.

¿Qué significaría que la potencia mas grande del mundo y primera economía del globo se declare en bancarrota? Primero, generaría la inestabilidad de la moneda –el dólar- en que se basa el sistema monetario internacional desde los acuerdos de Bretton Woods. Segundo, que uno de los principales refugios de inversión -sobre todo para los chinos-, que son los bonos de la reserva federal, no tendrán mayor garantía de reembolso.

Los republicanos del gran país del norte, en un ya clásico del neoliberalismo, desentendiéndose de las causas de la crisis, reclaman un recorte del “gasto social”, es decir, menos salud pública y menos seguridad social para los trabajadores. En otro clásico de sus libretos rechazan asimismo la aplicación de impuestos a los ricos. Seria la materialización de aquello de que la crisis “la paguen los que menos tienen” cuando en realidad las producen la irresponsabilidad de los que mas tienen. ¿Quién hizo mal las cuentas?

Es la crisis que golpea con similares características en Europa: crecimiento casi nulo, déficit fiscal alto, deudas impagables. Círculo vicioso al que el FMI responde con sus “recetas moderadas”: más ajuste fiscal. La moraleja que extraen de cada crisis es la misma, y brutalmente podría expresarse diciendo “los pobres no pueden pretender comer bien todos los días, tener educación, salud y vivienda digna”.

De la economía de casino y los inconmensurables gastos de la guerra nadie habla, en un mundo que cada vez es más rico y más injusto, más irracionalmente dilapidador, más loco y más absurdo.