jueves, 17 de marzo de 2011

HISTORIAS DE SANTA FE IV

“ES MÁS QUE UNA MUJER. ES EL ARTE”


Emilia Bertolé nació en 1896 en la ciudad santafesina de El Trébol, en el seno de una familia de inmigrantes italianos. En 1905 se instala con su familia en Rosario, y a muy temprana edad manifiesta una marcada inclinación artística que la llevó a estudiar en la academia de dibujo y pintura Doménico Morelli en Rosario, bajo la dirección del renombrado maestro italiano Mateo Casella. Con sólo 12 años de edad obtiene el primer premio en un concurso municipal presidido por Lola Mora, obteniendo una beca que le permitió proseguir sus estudios de pintura.

Emilia se destacó fundamentalmente por la realización de retratos y desnudos, caracterizados por una gran sensibilidad y un alto contenido poético. En 1915 se presentó en el V Salón Nacional Artes Visuales de Buenos Aires con tres obras, “Autorretrato”, “Incógnita” y “Ensueño”, obteniendo por ésta última el premio estímulo y dándose a conocer en el ambiente artístico nacional.

Se instala desde entonces en Buenos Aires, convirtiéndose en una de las pintoras de moda de la época, cautivando con su impactante belleza, e integrándose a la bohemia porteña de la época, donde compartirá las tertulias del mítico Café Tortoni con intelectuales y personajes de la época como Alfonsina Storni, Fernández Moreno y Horacio Quiroga, de quien se dice fue su amor imposible.

Por esos años desarrolla una intensa tarea como retratista para personajes de la alta sociedad de la época, lo que si bien le permitió sortear acuciantes apremios económicos, la colocó frente a un dilema existencial: la pintura como realización espiritual o como medio de subsistencia material.

Años después, en una entrevista publicada en el Diario Crítica dejará en claro su elección: “Cuando trabajo por mí, hago las obras mejor que cuando trabajo para los demás. Siempre la obra íntima, el fruto de largas contemplaciones, de hondas y sentidas meditaciones, es superior a lo que ordena y pide el que compra”. Quizás por esta razón sus mejores obras serán los retratos íntimos realizados para los miembros de su querida familia: su padre Francisco, sus hermanos Miguel Ángel y Cora, y su prima Teresa.

En 1921 logró el primer premio del concurso organizado por la Municipalidad de Buenos Aires con su obra “Violetas”, pasando a ser así la primera mujer pintora en alcanzar ese galardón en la República Argentina.

No solo pintaba sino que también escribía poemas. Como poeta colaboró en diarios y revistas del país y del extranjero. En 1927 publicó su primer libro “Espejo de Sombra”, quedando inédita otra obra poética “Estrella de Humo”. Sus poemas figuran en varias antologías de la época, y se destacan por su belleza y gran sensibilidad.

Murió en 1949. Hija dilecta de la ciudad de Rosario, su obra fue por décadas relegada y olvidada frente a las vanguardias artísticas de la segunda mitad del siglo pasado. Afortunadamente, desde hace algunos años su obra pictórica y poética viene siendo rescatada del olvido. Sus pinturas y retratos integran hoy el patrimonio de los museos de Rosario, Santa Fe, El Trébol, Paraná, Roma y Buenos Aires, y la editorial de la Municipalidad de Rosario ha editado una antología de sus poemas.

Como artista y como mujer es todo un símbolo de la provincia de Santa Fe. Federico García Lorca dio de ella quizás la definición más acabada: “Es más que una mujer. Es el Arte”.