VIRGINIA BOLTEN: LA VOZ DE LA MUJER.
Seguramente una de las mujeres que Antonio Berni inmortalizó en su fresco “Manifestación” sea Virginia Bolten y seguramente uno de los edificios del fondo de esa multitud de ajados rostros de obreros exigiendo pan y trabajo sea la fábrica de la Refinería Argentina de Azúcar donde trabajaba la joven Virginia.
Era el Rosario de finales del siglo XIX, escenario de las luchas de la clase obrera por mejores condiciones laborales. Virginia Bolten, con apenas veinte años, participa activamente de la manifestación popular realizada en la Plaza López el 1 de mayo de 1890. Era ella, como tantas otras, una obrera que soportaba larguísimas jornadas de trabajo en pésimas condiciones: altas temperaturas, con un constante polvillo de azúcar en el ambiente y teniendo que cargar en sus caderas pesadas bolsas que dejaban terribles secuelas. Serias deformaciones que quedarían para toda la vida y que ocasionaban grandes dificultades al parir, muchas veces con la consecuencia de la muerte de ellas mismas y de los bebés recién nacidos.
Virginia Bolten era de aquellas que no se resignaban y por ello toda su vida fue dedicada a la lucha, al sacrificio y a la militancia. Su activismo quedó incluso registrado por Bialet Massé en su “Informe sobre el estado de las clases obreras” realizado en 1904: “Hay en el Rosario una joven de palabra enérgica y dominante que arrastra a las multitudes”.
Junto a Teresa Marchisio y María Calvia editarán “La voz de la mujer”, periódico obrero dirigido por mujeres para mujeres, que reclamaba por sus derechos y era sostenido económicamente por el aporte de la propia Victoria.
Como a tantos trabajadores, la “ley de residencia” la expulsó del país por su “peligrosidad”. Ley que no pudo derogar Alfredo Palacios a pesar de sus tantas iniciativas, y que reivindicamos nosotros sancionando la Ley Migratoria 25.781 que reemplazó a la nefasta Ley Videla continuadora de aquella.
Dicen que los nombres son la memoria, el de Virginia Bolten quedará en la historia del movimiento obrero como el de la voz de los desheredados y oprimidos, lo que le valió su apodo de “Luisa Michel”, asimilando su accionar al de la famosa heroína de la Comuna de París.
Era el Rosario de finales del siglo XIX, escenario de las luchas de la clase obrera por mejores condiciones laborales. Virginia Bolten, con apenas veinte años, participa activamente de la manifestación popular realizada en la Plaza López el 1 de mayo de 1890. Era ella, como tantas otras, una obrera que soportaba larguísimas jornadas de trabajo en pésimas condiciones: altas temperaturas, con un constante polvillo de azúcar en el ambiente y teniendo que cargar en sus caderas pesadas bolsas que dejaban terribles secuelas. Serias deformaciones que quedarían para toda la vida y que ocasionaban grandes dificultades al parir, muchas veces con la consecuencia de la muerte de ellas mismas y de los bebés recién nacidos.
Virginia Bolten era de aquellas que no se resignaban y por ello toda su vida fue dedicada a la lucha, al sacrificio y a la militancia. Su activismo quedó incluso registrado por Bialet Massé en su “Informe sobre el estado de las clases obreras” realizado en 1904: “Hay en el Rosario una joven de palabra enérgica y dominante que arrastra a las multitudes”.
Junto a Teresa Marchisio y María Calvia editarán “La voz de la mujer”, periódico obrero dirigido por mujeres para mujeres, que reclamaba por sus derechos y era sostenido económicamente por el aporte de la propia Victoria.
Como a tantos trabajadores, la “ley de residencia” la expulsó del país por su “peligrosidad”. Ley que no pudo derogar Alfredo Palacios a pesar de sus tantas iniciativas, y que reivindicamos nosotros sancionando la Ley Migratoria 25.781 que reemplazó a la nefasta Ley Videla continuadora de aquella.
Dicen que los nombres son la memoria, el de Virginia Bolten quedará en la historia del movimiento obrero como el de la voz de los desheredados y oprimidos, lo que le valió su apodo de “Luisa Michel”, asimilando su accionar al de la famosa heroína de la Comuna de París.