jueves, 23 de diciembre de 2010

Un Millón de Razones Para la Igualdad


El censo nacional 2010 acaba de arrojar cifras muy interesantes para analizar. Además de decirnos que somos más de 40 millones de personas que habitamos la Argentina; de ellas – aproximadamente – 20 millones 500 mil son mujeres y 19 millones 500 mil son varones. Es decir que hay un millón de mujeres más que varones.

El dato de por sí es muy relevante a pesar de que alguien podría decir: ¿Qué tiene esto de nuevo? Porque se confirman las estadísticas nacionales y mundiales de las últimas décadas donde las mujeres siempre son más que los varones. Un millón de personas son tantas casi como los habitantes de la ciudad de Córdoba o la ciudad de Rosario.

El numero por si impresiona o por lo menos debería hacerlo a quienes tienen en sus manos la toma de decisiones. Quizás impresione menos a las mismas mujeres que ya lo saben y padecen diariamente las desigualdades y sonreirán seguramente con desdén al constatarlo.

Miles de ellas se reúnen año por año con una masividad que es difícil igualar para cualquier acto político. Son mujeres que provienen de organizaciones sociales y partidarias que reclaman igualdad y la aplicación de políticas especificas de género.

Luchan para que la discriminación de las mujeres en los ámbitos laborales, la crueldad anacrónica que padecen con la violencia familiar, la desigualdad expresada en el acceso a los ámbitos de decisión en la política o el estado, las miles de adolescentes pobres que mueren en los hospitales de hemorragias indetenibles por abortos provocados, sean temas entre tantos otros que formen parte prioritaria de la agenda de nuestro país.

Podrá parecer una tautología, ciertamente, pero un millón más de mujeres son un millón más de razones para avanzar en la igualdad.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Los Jóvenes y La Política


Es muy importante que se haya puesto hoy en debate un tema que casi nunca ocupa espacio en los medios de comunicación: la participación de la juventud en la política.

Ello ocurrió a partir de la puesta en escena de la despedida de los restos del ex presidente Néstor Kirchner y el lugar importante que se le dio a la Agrupación “La Cámpora” en la misma.

Que algunos “descubran” como novedad que hay miles de jóvenes que participan, es consecuencia de la poca visibilidad que tiene la juventud en la realidad social de nuestro tiempo. A pesar de una sociedad de consumo que sólo los muestra para la moda, para la ropa, para la industria cultural, y para el deporte espectáculo; los jóvenes con sus inquietudes sociales y políticos, tozudamente han existido, existen y existirán.

Dijo Oscar Wilde que la desobediencia a ojos de cualquiera que ha leído la historia, es la virtud original del hombre y que el progreso se hizo a través de la desobediencia. Fue precisamente la desobediencia juvenil la que empujó la revolución de mayo y los procesos de la independencia latinoamericana; quien abrió el proceso revolucionario en las universidades del continente con la Reforma Universitaria de 1918. Fueron los jóvenes quienes dejaron sus vidas en Malvinas defendiendo nuestra soberanía. Son jóvenes quienes todos los días participan en organizaciones sociales, de derechos humanos, estudiantiles, gremiales, en ONG y ambientales, contra la discriminación y en partidos políticos. Esta militancia juvenil es a cambio de nada, de ningún puesto político, sólo movidos por el maravilloso ideal de cambiar este actual mundo injusto por un mundo mejor.

Los jóvenes sí desconfían de los profesionales de la política, porque la política hasta hoy no pudo, no supo o no quiso mejorar sus condiciones de existencia.

Hoy en la Argentina hay casi un millon de jóvenes que no estudian ni trabajan. Sólo el 25% tiene educación secundaria completa. La tasa juvenil de desempleo se encuentra en el orden del 30%. Más del 35% de los jóvenes son pobres, es decir, se encuentran entre los primeros decibeles de ingresos más bajos. Es entonces la franja social más desprotegida. Son cientos de miles los jóvenes sumidos en la pobreza, las adolescentes que mueren en los hospitales con hemorragias incontenibles por abortos provocados, centenares de miles de jóvenes que son explotados en trabajos precarios de bajos salarios, millones los que ni siquiera consiguen el primer empleo.

Es fundamental entonces que se hable de los jóvenes, se descubra a los jóvenes que participan, no para integrarlos a una nueva estrategia de marketing publicitario ahora desde la política, sino para que el Estado no se desentienda de su realidad y concrete políticas efectivas para un sector siempre olvidado.

sábado, 16 de octubre de 2010

"Que esto nunca mas vuelva a ocurrir"


Al salir del fondo de la montaña, el ultimo minero rescatado Luis Urzua le dijo en tono imperativo al presidente chileno que había usufructuado horas delante de las cámaras de televisión ante centenares de millones de espectadores: “que esto nunca más vuelva a ocurrir”.

Habían transcurrido días de incertidumbre después del derrumbe de la mina y el mundo estuvo expectante por el destino de los 33 mineros que habían quedado atrapados. El destino, la suerte, y la tecnología hicieron que el final esta vez fuera feliz.

No fue así tantas veces en la historia. En junio de 2004 en Rio Turbio murieron catorce mineros, de los cuales once eran argentinos y tres chilenos, hecho que tuvo mucho menos despliegue periodístico y que hoy poco se recuerda de aquella tragedia. La terrible realidad del trabajo en las minas ha quedado reflejada en canciones, en el cine y la literatura.

Desde chile los Quilapayun interpretaban hace cuatro décadas una canción que decía:
aunque mi amo me mate,
a la mina no voy,
yo no quiero morirme en un socavón.

Dos siglos y medio antes Emile Zola en “Germinal” describía la horrenda explotación de niñas, niños, mujeres y hombres en la Francia del Segundo Imperio: “el pozo tragaba hombres por oleadas de veinte y detreinta… … la bajada de los obreros empezaba a las cuatro, llegaban del barracón con los pies desnudos y la lámpara en la mano. De la bovina salía una orden, un bramido sordo e indistinto mientras se tiraba cuatro veces de la cuerda para dar la señal de bajada y para avisar de aquel cargamento de carga humana”.

Las noticias de mineros muriendo sepultados por los derrumbes seguramente seguirán porque la lógica de ganancias exorbitantes a cambio de explotación, depredación y muerte no ha variado significativamente en tres siglos. Si ha variado una conciencia ciudadana de los derechos humanos que en boca de Luis Urzua, en vez de decir “gracias por el rescate”, exigió QUE ESTO NUNCA MAS VUELVA A OCURRIR.