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jueves, 22 de septiembre de 2011

SERÍA MEJOR CONTRADECIR A “EL GATOPARDO”



Un reciente informe elaborado por el Instituto Argentino de Mercado de Capitales detalla el ranking de las empresas que más ganancias obtuvieron durante el primer semestre de este año.

Sobre una muestra total de 72 empresas que operan en la Bolsa, las petroleras, los bancos y las empresas de telecomunicaciones concentraron el 75 % de la rentabilidad total, es decir, $ 8.331 millones sobre un total de $ 11.141 millones.

De esta forma, en el período comprendido entre 2008 y el primer semestre de 2011, las ganancias acumuladas por las petroleras totalizan $ 18.739 millones, las ganancias de los bancos ascienden a $ 14.006 millones, y en el caso de las telefónicas a $ 8.360 millones. Es decir, utilidades que en un periodo de sólo dos años, oscilan entre el 75 % y el 150 %. Debe decirse además que de las cinco primeras empresas con mayor rentabilidad, cuatro son extranjeras.

Las frías estadísticas muestran en forma contundente que desde las “reformas económicas” neoliberales de la década del ’90, los ganadores siguen siendo los mismos.

Así como los ganadores no han cambiado a pesar del “cambio de modelo”, los perdedores tampoco son diferentes a pesar del paso del tiempo y el cambio de ropajes: el 50 % de los trabajadores que están en negro y no salen de la precarización; más de cuatro millones de jubilados que cobran la mínima y viven por debajo de la línea de pobreza; los sectores populares y medios de la población que siguen con la vivienda lejos de su alcance.

El país creció de manera inédita en los últimos años a tasas muy altas y esto significó la producción de mucha riqueza. La pobreza, la indigencia y el desempleo han bajado, y ello es muy importante, pero si no hay reformas económicas estructurales que tengan como eje una reforma tributaria integral es evidente que la mayor parte de la torta se la seguirán llevando los de siempre.

Hablamos de gravar la renta financiera, petrolera y minera, establecer marcos regulatorios de los servicios públicos y eliminar el IVA a los productos de la canasta básica de alimentos. Para poder contradecir así al aristócrata Príncipe Salina en El Gatopardo de Lampedusa, cuando sostiene que “es necesario que todo cambie si queremos que todo siga como está”.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Y UNA VEZ, AL FIN, LLEGÓ

Los Jefes de Gabinete, de acuerdo a lo prescripto en el art. 101 de la Constitución reformada en 1994, tienen la obligación de concurrir al Congreso Nacional, al menos una vez por mes alternativamente a cada una de sus cámaras, para brindar informes “sobre la marcha del gobierno”. Es sabido, largamente, que ningún Jefe de Gabinete cumplió con lo señalado en el texto constitucional. Algunos de ellos incluso no llegaron siquiera a hacerse ver durante su mandato por el Senado de la Nación.

Si fue buena noticia la presencia del Jefe de Gabinete en la sesión del pasado 9 de septiembre, su respuesta al planteo que realizamos en relación a la necesidad de gravar la renta financiera fue propiamente un clásico argumento del neoliberalismo: “habrá una corrida bancaria”.

La confrontación producida por la cuestión de las retenciones agropecuarias escondió el tema central de la agenda pendiente en la República Argentina: la reforma tributaria. Una necesaria reforma tributaria que implicaría que paguen más quienes más tienen y más ganan, no como en el esquema impositivo actual en que el IVA, impuesto indirecto al consumo, es el tributo que más recauda. Son los sectores populares, cuando compran por ejemplo un paquete de yerba o de azúcar, quienes más aportan a las arcas nacionales: 21 pesos por cada 100 que gastan. De esta forma, como evidencia de la flagrante inequidad actual, puede constatarse que el 56% de la recaudación total del IVA, aproximadamente 45.000 millones de pesos, proviene del 30% más pobre de la población.

Por ello el sistema tributario argentino está considerado como uno de los más regresivos e inequitativos del mundo. Evidentemente no tiene explicación razonable el por qué las ganancias de quienes compran y venden títulos y acciones en la bolsa, no estén gravadas por impuesto alguno.

Juan B. Justo sostenía que “sin impuestos no hay democracia”, a lo que podría agregarse que tampoco habrá justicia sin impuestos justos.

Un sistema impositivo progresista no está en la agenda del gobierno nacional, el Jefe de Gabinete la calificó de impracticable, con el falaz argumento de un “gravísimo peligro” consecuente, la supuesta corrida bancaria.

martes, 29 de julio de 2008

EL CONFLICTO AGROPECUARIO Y LA CAJA DE PANDORA

En la mitología griega, Pandora, fue la primera mujer sobre la Tierra, creada por el dios Vulcano a pedido de Zeus, quien deseaba contrarrestar la bendición del fuego que el Titán Prometeo le había robado a los dioses para entregárselo a los seres humanos. Pandora, dotada por los dioses de todos los atributos de la belleza y la bondad, fue enviada a Epimeteo, quien se sintió feliz de tenerla como esposa, aunque su hermano Prometeo le había advertido que no aceptase nada que viniese de Zeus.

Al ofrecer sus presentes a Pandora, los dioses le habían dado una caja, advirtiéndole que nunca la abriera. Su curiosidad, sin embargo, le hizo abrir la misteriosa caja, de la que brotaron innumerables males para la humanidad. Aterrorizada, intentó cerrarla, pero sólo quedaba Esperanza, lo único bueno entre los muchos males que contenía la caja para confortar a la humanidad en sus infortunios.

La Resolución 125 que disparó el conflicto entre el gobierno nacional y el sector agropecuario, abrió la “caja de Pandora” de cuyo interior brotaron cuestiones que no estaban en la agenda del gobierno y pasaron a ser de imprescindible debate de toda la sociedad: la regresiva distribución del ingreso, la inequitativa relación tributaria entre la Nación y las provincias y la metodología de concentración de poder a través de fondos públicos, además de la cuestión agropecuaria en sí misma.

Las retenciones son una herramienta de política económica para desacoplar los precios internos de los precios internacionales (también la aplican Ucrania y Rusia en cereales, Colombia y Guatemala en el café, etc.)y, para capturar una venta coyunturalmente extraordinaria privada por parte del Estado.

Las retenciones deben ser segmentadas y progresivas para no dar igual tratamiento al pool de siembra que al mediano y pequeño productor. En sí, no son progresistas; lo progresista en materia tributaria es bajar el IVA (impuesto indirecto al consumo que aportan fundamentalmente los sectores populares) y aumentar más el impuesto a las ganancias y a las rentas (impuestos directos que gravan a los que más tienen y más ganan). Sólo con una reforma tributaria en dicha dirección nuestro país saldrá de uno de los lugares peores en el mundo y dejará de tener una estructura anacrónica, centralista y regresiva.

Y la cuestión de la distribución del ingreso entró en el debate, porque en una Argentina que creció cinco años continuados al 9% del PBI, es decir que produjo mucha riqueza, la brecha de desigualdad se mantuvo en casi inalterables parámetros. Según datos oficiales, la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la población es hoy de 28,7 veces, cuando hace 10 años era de 22,8 veces y en 1975 –antes que comenzara el cuarto de siglo neoliberal y la dictadura militar-, era de sólo 9,5 veces.

A contramano del discurso oficial, la actual situación favorece la concentración de la tierra y la “sojización”. Mientras cada año se alcanzan cosechas récord, la cantidad de productores disminuyó un 25%. La tendencia concentradora se agudiza: 2000 empresas controlan el 80% de la producción y, tres grandes empresas controlan más de la mitad de los embarques de granos, aceites y harinas. En los últimos cinco años aumentó la sojización y la tendencia al monocultivo se fortalece ante la inexistencia de políticas oficiales en apoyo y fomento de los cultivos alternativos, a actividades tradicionales como la lechería o a las economías regionales.

La motivación de la Resolución 125 fue claramente fiscal, derivada del crecimiento descontrolado del esquema de subsidios y de los vencimientos de la deuda externa. No estuvo entonces comprendida en una estrategia para el sector agropecuario que se asentara en el favorable contexto internacional y desarrollara una política sustentable a mediano y largo plazo, sobre todo para los pequeños y medianos productores y las economías regionales.

Las retenciones coparticipan a las provincias CERO PESOS CERO CENTAVOS. Esto explica en parte que hoy el gobierno nacional incumpla la ley de coparticipación federal que establece un piso de distribución del 34% de la masa total de recursos (se encuentra en sólo el 27% para las provincias cuando hace 10 años era del 60%).

Superávit fiscal alto en la Nación y déficit creciente en las provincias tienen estrecha relación entre sí.

Los derechos aduaneros formaron parte del debate mismo de la unidad de la Nación desde los tiempos de nuestra independencia y su federalización - lograr que dejen de ser el monopolio de Buenos Aires- se realizó en beneficio del interés de todo el país, es decir de todo su interior.

Finalmente, la cuestión de la metodología del gobierno nacional que concentra poder, disciplinando a través de los fondos públicos, se enlaza con la distribución inequitativa de los recursos. Por ello adquiere entidad la rejerarquización del Parlamento, o dicho de otro modo que finalice un “delegacionismo” de facultades que son propias del Congreso y que hoy concentra el Poder Ejecutivo debilitando así a la democracia.

“Esperanza” era entonces, según la mitología , quien podía alejar los infortunios. El conflicto agropecuario, de cuatro meses de duración, deja muchas lecciones para todos. El gobierno nacional – que fue quien más perdió- debe cambiar y marcar una agenda clara que se necesita para empezar a ser un país normal. La transparencia en el manejo de los dineros públicos y una mayor justicia social son puntos de referencia en un camino que desande el consenso perdido.

Las hegemonías construidas sólo a fuerza de concentración de fondos públicos, sin equidad, parecen omnipotentes pero son efímeras, porque cómo lo demostró Misiones, terminan cuestionadas socialmente, es un gran elefante con pie de barro.

El país y nuestro pueblo reclaman más democracia, es decir más igualdad, más libertad y más participación.