lunes, 28 de febrero de 2011

HISTORIAS DE SANTA FE III

VIRGINIA BOLTEN: LA VOZ DE LA MUJER.


Seguramente una de las mujeres que Antonio Berni inmortalizó en su fresco “Manifestación” sea Virginia Bolten y seguramente uno de los edificios del fondo de esa multitud de ajados rostros de obreros exigiendo pan y trabajo sea la fábrica de la Refinería Argentina de Azúcar donde trabajaba la joven Virginia.

Era el Rosario de finales del siglo XIX, escenario de las luchas de la clase obrera por mejores condiciones laborales. Virginia Bolten, con apenas veinte años, participa activamente de la manifestación popular realizada en la Plaza López el 1 de mayo de 1890. Era ella, como tantas otras, una obrera que soportaba larguísimas jornadas de trabajo en pésimas condiciones: altas temperaturas, con un constante polvillo de azúcar en el ambiente y teniendo que cargar en sus caderas pesadas bolsas que dejaban terribles secuelas. Serias deformaciones que quedarían para toda la vida y que ocasionaban grandes dificultades al parir, muchas veces con la consecuencia de la muerte de ellas mismas y de los bebés recién nacidos.

Virginia Bolten era de aquellas que no se resignaban y por ello toda su vida fue dedicada a la lucha, al sacrificio y a la militancia. Su activismo quedó incluso registrado por Bialet Massé en su “Informe sobre el estado de las clases obreras” realizado en 1904: “Hay en el Rosario una joven de palabra enérgica y dominante que arrastra a las multitudes”.

Junto a Teresa Marchisio y María Calvia editarán “La voz de la mujer”, periódico obrero dirigido por mujeres para mujeres, que reclamaba por sus derechos y era sostenido económicamente por el aporte de la propia Victoria.

Como a tantos trabajadores, la “ley de residencia” la expulsó del país por su “peligrosidad”. Ley que no pudo derogar Alfredo Palacios a pesar de sus tantas iniciativas, y que reivindicamos nosotros sancionando la Ley Migratoria 25.781 que reemplazó a la nefasta Ley Videla continuadora de aquella.

Dicen que los nombres son la memoria, el de Virginia Bolten quedará en la historia del movimiento obrero como el de la voz de los desheredados y oprimidos, lo que le valió su apodo de “Luisa Michel”, asimilando su accionar al de la famosa heroína de la Comuna de París.

jueves, 10 de febrero de 2011

Historias de Santa Fe II


"Alfonsina, Coronda y El Amor..."


Joven, pobre, luchadora por la igualdad de la mujer, madre soltera, quizás todo ello daba motivos para que la sociedad de su tiempo la acusara y tratará de esconderla; pero tenía tanto talento que se hizo un lugar a golpes de poesía.

Amiga de José Ingenieros, Manuel Ugarte y Horacio Quiroga, recibe una medalla por su solidaridad junto a Alicia Moreau de Justo y Enrique Del Valle Ibarlucea.

Nació y murió en el mar, pero vivió mucho tiempo de su juventud cerca del río, en Rosario y en la ciudad de Coronda.

En 1901 la familia Storni llegaba a Rosario. Su madre Paulina instaló el Café Suizo, donde Alfonsina atendía las mesas y lavaba platos con sólo 10 años. A los 12, trabajará como obrera en una fábrica de gorras. A los 13, se incorpora a una compañía de teatro que recorre el país. Más tarde se instala en Coronda, donde se recibe de maestra rural. En 1911, con menos de 20 años, sola, con una maleta con pobres y escasas ropas y sus libros de Darío, llega a Buenos Aires. Su hijo nacerá en abril de 1912.

Su esperanzado vientre reflejaba su penoso deambular. Hacía recordar aquello de Sor Juana Inés de la Cruz,“hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, si ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.

Lo gritó con elocuencia infinita en su poema “El clamor”


Alguna vez andando por la vida,
por piedad, por amor,
como se da una fuente, sin reservas,
así yo di mi corazón.


Y dije al que pasaba, sin malicia,
y quizá con fervor:
Obedezco a la ley que nos gobierna:
he dado el corazón.


Y se corrió la voz:
Ved a la mujer, esa que pasa;
ha dado el corazón.
De boca en boca, sobre los tejados,
rodaba este clamor.


¡Echadle piedras sobre la cara;
ha dado el corazón!
Ya está sangrando, así, la cara mía,
pero no de rubor;
que me vuelvo a los hombres y repito:
¡He dado el corazón!

A su muerte los diarios titularon: “Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América”. Quizás se la conozca hoy más por la canción de Mercedes Sosa que por homenajes, recuerdos oficiales o sus hermosos escritos muy poco publicados.

Alfredo Palacios, al rendirle tributo en 1938 en el Senado de la Nación dijo “Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construidos urbes inmensas, centenares de millones de cabezas de ganado pastan en la inconmensurable planicie argentina, la más grande de la tierra. Profundamente subordinados los valores del espíritu a los valores utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear atmósfera donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta”.