jueves, 10 de febrero de 2011

Historias de Santa Fe II


"Alfonsina, Coronda y El Amor..."


Joven, pobre, luchadora por la igualdad de la mujer, madre soltera, quizás todo ello daba motivos para que la sociedad de su tiempo la acusara y tratará de esconderla; pero tenía tanto talento que se hizo un lugar a golpes de poesía.

Amiga de José Ingenieros, Manuel Ugarte y Horacio Quiroga, recibe una medalla por su solidaridad junto a Alicia Moreau de Justo y Enrique Del Valle Ibarlucea.

Nació y murió en el mar, pero vivió mucho tiempo de su juventud cerca del río, en Rosario y en la ciudad de Coronda.

En 1901 la familia Storni llegaba a Rosario. Su madre Paulina instaló el Café Suizo, donde Alfonsina atendía las mesas y lavaba platos con sólo 10 años. A los 12, trabajará como obrera en una fábrica de gorras. A los 13, se incorpora a una compañía de teatro que recorre el país. Más tarde se instala en Coronda, donde se recibe de maestra rural. En 1911, con menos de 20 años, sola, con una maleta con pobres y escasas ropas y sus libros de Darío, llega a Buenos Aires. Su hijo nacerá en abril de 1912.

Su esperanzado vientre reflejaba su penoso deambular. Hacía recordar aquello de Sor Juana Inés de la Cruz,“hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, si ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.

Lo gritó con elocuencia infinita en su poema “El clamor”


Alguna vez andando por la vida,
por piedad, por amor,
como se da una fuente, sin reservas,
así yo di mi corazón.


Y dije al que pasaba, sin malicia,
y quizá con fervor:
Obedezco a la ley que nos gobierna:
he dado el corazón.


Y se corrió la voz:
Ved a la mujer, esa que pasa;
ha dado el corazón.
De boca en boca, sobre los tejados,
rodaba este clamor.


¡Echadle piedras sobre la cara;
ha dado el corazón!
Ya está sangrando, así, la cara mía,
pero no de rubor;
que me vuelvo a los hombres y repito:
¡He dado el corazón!

A su muerte los diarios titularon: “Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América”. Quizás se la conozca hoy más por la canción de Mercedes Sosa que por homenajes, recuerdos oficiales o sus hermosos escritos muy poco publicados.

Alfredo Palacios, al rendirle tributo en 1938 en el Senado de la Nación dijo “Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construidos urbes inmensas, centenares de millones de cabezas de ganado pastan en la inconmensurable planicie argentina, la más grande de la tierra. Profundamente subordinados los valores del espíritu a los valores utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear atmósfera donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta”.