martes, 17 de agosto de 2010

SOCIALISMO UTÓPICO


Miembros de cuarenta de las familias más ricas de Estados Unidos, entre ellas las de Warren Buffett, Bill Gates y Ted Turner anunciaron que están listos para donar el 50% de sus fortunas a la caridad.

La noticia ganó los principales portales de internet, fue tapa de los principales diarios del mundo, y la radio y la televisión la propagaron rápidamente.

Hizo recordar a Saint Simon que en las primeras décadas del siglo XIX escribía cartas a los propietarios más ricos para intentar convencerlos que donaran parte de sus pertenencias para construir una sociedad más igualitaria. En aquellos momentos donde la economía política clásica cantaba loas a la libre competencia, Saint Simon consideraba que era precisamente esa libre competencia la causa de la emergencia de las desproporciones y las crisis.

Louis Blanqui acuñó el término “socialismo utópico” por primera vez en 1839 y Engels lo desarrolló en su libro “Anti-Duhring”, en el capítulo “La evolución del socialismo, de la utopía a la ciencia”. Allí explica porque Saint Simon, Fourier y Owen eran socialistas utópicos y que el verdadero camino a un cambio verdadero era el socialismo científico de la mano de la clase trabajadora.

El hambre, la miseria, el analfabetismo, por un lado; y la riqueza extrema, por el otro, son las dos caras de la misma moneda. El verdadero combate a la pobreza se da combatiendo a la riqueza extrema. Por ello las sociedades más igualitarias como los países nórdicos, tienen sistemas tributarios que limitan la riqueza y redistribuyen socialmente generando sociedades más racionales.

La pregunta respecto a ¿cuánta pobreza tolera la democracia?, debe formularse a revés: ¿cuánta acumulación excesiva de riqueza en pocas manos tolera la democracia?

Bienvenido que algunos ricos en EEUU quieran ganarse el ingreso al cielo, aunque de acuerdo a los Testamentos deberían donar toda –no sólo la mitad- de su fortuna, ya que medio camello tampoco ingresa por el ojo de una cerradura. Se trata de que, en el siglo XXI, no perdure aquella sentencia de más de dos siglos que escribiera Victor Hugo en Los Miserables: “lo excesivo arriba produce la escasez abajo (…) El millar gastado en Versalles ha hecho comer hierba en los campos y roer los huesos en los cementerios a los insignificantes”.

Un orden más justo es necesario para hacer un mundo más vivible, como lo imaginaban aquellos socialistas utópicos,